Todo el que haya tenido en alguna ocasión a un perro en su hogar, será consciente de que es mucho más que una mascota. Se trata de un miembro más de la familia. Un igual ante todo. Alguien a quien querer porque nos demostrará una lealtad incondicional ante cualquier circunstancia. Por todo ello, la historia de Nicole y su reencuentro con Chloe es la más bonita que vas a leer durante el día de hoy.
La historia de Nicole y su perro comenzó una vez en diciembre…
La pequeña Nicole tenía únicamente diez años de edad, aunque por aquel entonces ya había un deseo que había deseado desde el día de su nacimiento. Un compañero de juegos peludo con el que poder crecer.
Su abuela, que siempre la había cuidado más que nadie, decidió tomar cartas en el asunto ante la inacción de sus padres. Por ello, ese mes de diciembre le regaló a la cachorro que sería bautizada con el nombre de Chloe. El perro con el que Nicole entendió lo que significa la palabra amor.
Pasaron los meses y Nicole y su perro se convirtieron en uña y carne. No se separaban más del tiempo necesario, que era ese que cada día la pequeña tenía que pasar en el colegio.
Por todo ello, ninguna de las dos pudo imaginarse nunca lo que ocurriría cuatro años después el día que su padre regaló a Chloe. El ruido de su corazón roto se escuchó en todos los rincones del mundo.
El día que Chloe descubrió la maldad del mundo
Su padre había obtenido un nuevo puesto de trabajo. Aquello marcaría el fin de la relación entre Nicole y Chloe. A partir de ahora trabajaría desde casa y para poder desempeñar de manera eficiente su actividad laboral, iba a tener que encontrar un clima de silencio.
Él no comprendió que su decisión sería un error. Que marcaría para siempre la vida de su hija. Que la dejaría huérfana de cariño y amor y con imagen de su progenitor que jamás volvería a ser la misma.
Dejó esa misma mañana a Chloe en un refugio sin consultar a nadie. Ni siquiera los intentos desesperados de madre e hija por recuperarla dieron resultados.
Lo último que se pierde es la esperanza
La vida continuó su curso, aunque Nicole nunca se olvidó de ella. Las heridas se cierran, pero los recuerdos perviven. Y hay veces en las que una estrella fugaz se cae del cielo. Entonces, una persona piadosa pide un deseo y los milagros se cumplen.
Nicole vio en Facebook la publicación de un amigo que decía que estaba buscando un hogar para un perro de once años cuyo nombre era Chloe. Las cifras encajaban y el corazón de Nicole comenzó a palpitar con fuerza. Podía ser ella. Podría serlo… Así que se lanzó a la aventura.
Se parecía mucho a su antigua compañera. Aunque no se creyó que su deseo estaba cumplido hasta el final. El momento en el que el veterinario le confirmó que el número de microchip coincidía. Chloe y Nicole volverían a estar juntas.
Y ahora sería para siempre, sin que nadie volviera a interponerse entre las dos.