En busca del derecho a una vivienda digna a través del tiempo

Estamos preparados. Nos hemos colocado la escafandra. Un viaje a través del tiempo siempre puede tener alguna complicación. La tecnología ha avanzado, pero conviene estar listos para enfrentarnos a cualquier inconveniente. Y sí, somos conscientes de los riesgos que entraña desafiar las líneas temporales, pero hay ocasiones en las que merece la pena asumirlo, en las que hay que mirar por todos y no solo por unos pocos. Cuando se trata de la misión de reencontrar el derecho a una vivienda digna, no hay lugar a la discusión.

El derecho a una vivienda digna que nos olvidamos en los años 90

Buscamos el derecho a una vivienda digna en los 90

Admítelo, los noventa molan más que los… ¿diez? Es que ni siquiera el nombre de nuestra década impacta. A ver si pasa ya este año y por lo menos podemos mirar al siglo que viene y contarle todo lo que logramos en los veinte.

Por aquel entonces se podía ser todo lo hortera que quisieras y si alguien se reía como mucho eran tus amigos, porque eso de que miles de personas pudieran encontrar fotos tuyas en el momento de mayor ridículo, pues no se llevaba demasiado. Las luces eran lo más top del momento y el que sabía hablar inglés se convertía en el cool del lugar.

Pero, para más inri, ¿te acuerdas de esa sensación de que salir de trabajar fuera de verdad salir de trabajar? Sí, sí, ese momento en el que tu jefe no tenía ninguna posibilidad de contactarte una vez dejaras la oficina y, si por un casual sabía educar palomas mensajeras para que te llevaran los avisos hasta la ventana de tu casa, ¡daba igual! Lo de tener Internet en casa era una utopía, una palabra gringa que solo los más geek habían escuchado alguna vez. Nada de lo que preocuparse. El tiempo era para ti y tú eras el único dueño de tus horas.

Todo eso se ha borrado. Parece que ahora hay que andar con pies de plomo, que vivimos en la época donde estamos conectados con miles de personas y nos sentimos más solos que nunca. Vestimos de colores apagados y lo hortera se critica en lugar de embravecerse. Y, entre todos las realidades que han quedado cubiertas por las cenizas del paso del tiempo, hay una de la que no hay rastro siquiera. El número cuarenta y siete parece haber desaparecido. Y nuestra tarea hoy es encontrarlo, rescatarlo de las fauces del pasado y dotarlo de la vida que merece en el presente.

Un amerizaje en 1990

El viaje a los 90 por una vivienda digna

Si es que hasta las canciones que sonaban por aquel entonces tenían más sentido. Contaban historias de verdad, de esas que merecía la pena escoger con cuidado e introducirlas en un walkman. Por primera vez tuvimos la oportunidad de que la vida podía tener la banda sonora que nos hiciera soñar con más fuerza y a nosotros nos ha costado hasta apagar la radio de nuestra máquina del tiempo Casaktua cuando la hemos aparcado sin zonas azules o verdes.

En la década de los noventa se podía soñar despierto con tener un hogar. Soplabas velas donde acudían miles de personas que te felicitaban en persona y no en fotos de Instagram. Sucedían situaciones tan extrañas como que un trabajo te permitiera pagar tu próxima vivienda. Y no, no te rías, que es verdad. Antes se podía.

Pero claro, llegaron los dos mil y el boom inmobiliario acabó borrando del mapa aquello que decía la constitución sobre el derecho a una vivienda digna. Los precios no pararon de crecer y, antes de percatarnos, pasaron de 730 € por metro cuadrado a las 1619 € con los que se cerró 2018. Casi nada. Un 122 % más.

Casaktua te propone un viaje por el pasado

Casaktua te propone viajar al pasado

La empresa tiene claro que lo retro siempre vuelve y si hasta hace unos años los 80 se volvieron a poner de moda, ellos quieren ser la vanguardia en los 90. Por ello te proponen una revolución. Una mirada hacia atrás. Un retomar viejos valores que hemos olvidado por el camino.

La entidad lanza una promoción con más de 1.800 viviendas que se atreve, incluso, a reducir el precio del metro cuadrado de la década de los 90.

Con una media de 680 € por metro cuadrado, quieren rememorar aquel dinosaurio extinto llamado al derecho a una vivienda digna. Porque hay quien todavía cree que las viviendas están para ser llenadas de personas y recuerdos.

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